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Siete mujeres se apoderarán de un solo hombre en aquel día, diciendo: “Comeremos nuestro propio pan y vestiremos nuestra propia ropa. Deja que nos llamen por tu nombre. Quita nuestro reproche”.
En ese día, la rama de Yahvé será hermosa y gloriosa, y el fruto de la tierra será la belleza y la gloria de los sobrevivientes de Israel. Sucederá que el que quede en Sión y el que permanezca en Jerusalén serán llamados santos, todos los que estén inscritos entre los vivos de Jerusalén, cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión, y haya purificado la sangre de Jerusalén de su interior, por el espíritu de justicia y por el espíritu de ardor. Yahvé creará sobre toda la morada del monte Sión y sobre sus asambleas, una nube y un humo de día, y el resplandor de un fuego ardiente de noche, pues sobre toda la gloria habrá un dosel. Habrá un pabellón para dar sombra durante el día contra el calor, y para refugiarse y resguardarse de la tormenta y de la lluvia.