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Oh, ven, cantemos a Yahvé.
¡Gritemos en voz alta a la roca de nuestra salvación!
Acudamos ante su presencia con acción de gracias.
¡Explorémoslo con canciones!
Porque Yahvé es un Dios grande,
un gran Rey por encima de todos los dioses.
En su mano están los lugares profundos de la tierra.
Las alturas de las montañas también son suyas.
El mar es suyo, y él lo hizo.
Sus manos formaron la tierra seca.
Oh, ven, adoremos y postrémonos.
Arrodillémonos ante Yahvé, nuestro Hacedor,
porque él es nuestro Dios.
Somos el pueblo de su pasto,
y las ovejas a su cargo.
Hoy, ¡oh, que escuches su voz!
No endurezcas tu corazón, como en Meribah,
como en el día de Massah en el desierto,
cuando vuestros padres me tentaron,
me probó y vio mi trabajo.
10 Durante cuarenta largos años me afligí con esa generación,
y dijo: “Es un pueblo que se equivoca de corazón.
No han conocido mis caminos”.
11 Por eso juré en mi ira,
“No entrarán en mi descanso”.