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Y OTRO día aconteció que vinieron los hijos de Dios para presentarse delante del SEÑOR, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante del SEÑOR.
Y dijo el SEÑOR a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás al SEÑOR, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su integri­dad, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin causa?
Y respondiendo Satanás dijo al SEÑOR: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.
Mas extiende ahora tu mano, y toca a su hueso y a su carne, y verás si no te blasfema en tu ros­tro.
Y el SEÑOR dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.
Y salió Satanás de delante del SEÑOR, e hirió a Job de una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza.
Y tomaba una teja para rascar­se con ella, y estaba sentado en medio de ceniza.
Díjole entonces su esposa: ¿Aun retienes tú tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.
10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. También recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
11 Y tres amigos de Job, Elifaz Temanita, y Bildad Suhita, y Zofar Nahamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían con­certado de venir juntos a condo­lecerse de él, y a consolarle.
12 Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.
13 Así se sentaron con él en tie­rra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, por­que veían que el dolor era muy grande.