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Y DIJO David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl: nada por tanto me será mejor que fugarme a la tierra de los Filisteos, para que Saúl se deje de mí, y no me ande buscando más por todos los términos de Israel, y así me escaparé de sus manos.
Levantóse pues David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo pasóse a Aquís hijo de Maoc, rey de Gat.
Y moró David con Aquís en Gat, él y los suyos, cada uno con su familia: David con sus dos esposas, Ahinoam Jezreelita, y Abigail, la que fue esposa de Nabal el del Carmelo.
Y vino la nueva a Saúl que David se había huído a Gat, y no lo buscó más.
Y David dijo a Aquís: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, séame dado lugar en algunas de las ciudades de la tierra, donde habite: porque ¿ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real?
Y Aquís le dio aquel día a Siclag. De aquí fue Siclag de los reyes de Judá hasta hoy.
Y fue el número de los días que David habitó en la tierra de los Filisteos, un año y cuatro meses.
Y subía David con los suyos, y hacían entradas en los Gesureos, y en los Gerzeos, y en los Amalecitas: porque estos habita­ban de largo tiempo la tierra, desde como se va a Sur hasta la tierra de Egipto.
Y hería David el país, y no dejaba a vida hombre ni mujer: y llevábase las ovejas y las vacas y los asnos y los camellos y las ropas; y volvía, y veníase a Aquís.
10 Y decía Aquís: ¿Dónde habéis corrido hoy? Y David decía: Al sur de Judá, y al sur de Jerameel, o contra el sur de Ceni.
11 Ni hombre ni mujer dejaba a vida David, que viniese a Gat; diciendo: Porque no den aviso de nosotros, diciendo: Esto hizo David. Y ésta era su costumbre todo el tiempo que moró en tierra de los Filisteos.
12 Y Aquís creía a David, dicien­do así: Él se hace abominable en su pueblo de Israel, y será siem­pre mi siervo.