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EL SEÑOR dijo así: El cielo es mi solio, y la tierra estrado de mis pies: ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde este lugar de mi reposo?
Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fue­ron, dice el SEÑOR: más a aquél miraré que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi pala­bra.
El que sacrifica buey, como si matase un hombre; el que sacrifi­ca oveja, como si degollase un perro; el que ofrece presente, como si ofreciese sangre de puer­co; el que ofrece perfume, como si bendijese a un ídolo. Y pues escogieron sus caminos, y su alma amó sus abominaciones.
También yo escogeré sus escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oye­ron; antes hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que a mí desagrada.
Oid palabra del SEÑOR, voso­tros los que tembláis a su pala­bra: Vuestros hermanos los que os aborrecen, y os niegan por causa de mi nombre, dijeron: Glorifíquese el SEÑOR. Mas él se mostrará con alegría vuestra, y ellos serán confundidos.
Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz del SEÑOR que da el pago a sus enemigos.
Antes que estuviese de parto, parió; antes que le viniesen dolores, parió hijo.
¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio cosa tal? ¿parirá la tie­rra en un día? ¿nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, parió sus hijos.
¿Yo que hago parir, no pariré? dijo el SEÑOR. ¿Yo que hago engendrar, seré detenido? dice el Dios tuyo.
10 Alegraos con Jerusalem, y gozaos con ella, todos los que la amáis: llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella:
11 Para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolacio­nes; para que ordeñéis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria.
12 Porque así dice el SEÑOR: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de los Gentiles como un arroyo que sale de madre; y mamaréis, y sobre el lado seréis traídos, y sobre las rodillas seréis regala­dos.
13 Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalem toma­réis consuelo.
14 Y veréis, y alegraráse vuestro corazón, y vuestros huesos rever­decerán como la hierba: y la mano del SEÑOR para con sus siervos será conocida, y se airará contra sus enemigos.
15 Porque he aquí que el SEÑOR vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para tor­nar su ira en furor, y su reprensión en llama de fuego.
16 Porque el SEÑOR juzgará con fuego y con su espada a toda carne: y los muertos del SEÑOR serán multiplicados.
17 Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de puerco, y abominación, y ratón; juntamente serán tala­dos, dice el SEÑOR.
18 Porque yo entiendo sus obras y sus pensamientos: tiempo ven­drá para juntar todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria.
19 Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Pul y Lud, que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las islas apartadas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre los Gentiles.
20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por presente al SEÑOR, en caballos, en carros, en literas, y en mulos, y en came­llos, a mi santo monte de Jerusalem, dice el SEÑOR, al modo que los hijos de Israel traen el presente en vasos lim­pios a la casa del SEÑOR.
21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y Levitas, dice el SEÑOR.
22 Porque como los cielos nue­vos y la nueva tierra, que yo hago, permanecen delante de mí, dice el SEÑOR, así permanecerá vuestra simiente y vuestro nom­bre.
23 Y será que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí, dijo el SEÑOR.
24 Y saldrán, y verán los cadáve­res de los hombres que se rebela­ron contra mí: porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apa­gará; y serán abominables a toda carne.