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Salmo de David.
BENDICE, alma mía al SEÑOR; y bendigan todas mis entrañas su santo nombre.
Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.
El SEÑOR el que hace justicia y derecho a todos los que pade­cen violencia.
Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras.
Misericordioso y clemente es el SEÑOR; lento para la ira, y grande en misericordia.
No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo.
10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades; ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
11 Porque como la altura del cielo sobre la tierra, engrande­ció su misericordia sobre los que le temen.
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
13 Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el SEÑOR de los que le temen.
14 Porque él conoce nuestra con­dición; acuérdase que somos polvo.
15 El hombre, como la hierba son sus días: florece como la flor del campo.
16 Que pasó el viento por ella, y pereció: y su lugar no la conoce más.
17 Mas la misericordia del SEÑOR desde el siglo y hasta el siglo sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos;
18 Sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.
19 El SEÑOR estableció en los cielos su trono; y su reino domi­na sobre todos.
20 Bendecid al SEÑOR, voso­tros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su pala­bra, obedeciendo a la voz de su precepto.
21 Bendecid al SEÑOR, voso­tros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad.
22 Bendecid al SEÑOR, voso­tras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, al SEÑOR.