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1 Entonces dije: “Por favor, escuchen, líderes de los descendientes de Jacob, pueblo de Israel. Ustedes deben saber la diferencia entre el bien y el mal, 2 ¡pero ustedes aborrecen el bien y aman el mal! Ustedes arrancan la piel de mi pueblo, y dejan sus huesos al desnudo. 3 Comen la carne de mi pueblo, le arrancan la piel y quiebran sus huesos. Cortan su carne en pedazos como carne que se echa a un caldero, como carne que se echa a una olla para cocinar”.
4 Entonces ellos clamarán al Señor, pero él no les responderá. Se ocultará* Literalmente, “ocultará su rostro”. de ellos en ese momento, por el mal que han hecho.
5 Esto es lo que el Señor dice dobre los profetas que engañan a mi pueblo. Ellos profetizan paz a quienes los alimentan,† Literalmente, “mordiendo con sus dientes”. y profetizan guerra contra quienes no lo hacen. 6 Por lo tanto será como la noche para ustedes, y no habrá visiones. Será oscuro, y no habrá predicciones. El sol se oscurecerá para esos profetas, y su día terminará en oscuridad. 7 Los videntes serán desgraciados, los adivinos serán avergonzados, y cubrirán su rostro porque ninguno recibirá respuesta de Dios.
8 Pero en cuanto a mi, he sido lleno de poder, con el Espíritu del Señor. Estoy lleno de justiciar y fuerza para traer a la luz la rebelión de los descendientes de Jacob, y el pecado del pueblo de Israel.
9 Escúchenme, líderes de los descendientes de Jacob y pueblo de Israel, que aborrecen la justicia y falsifican lo recto. 10 Ustedes están construyendo a Sión con sangre y a Jerusalén con maldad. 11 Sus líderes juzgan por soborno y sus sacerdotes predican según el precio pagado. Aún así se apoyan en el Señor y dicen: “¿Acaso no está el Señor aquí con nosotros? ¡Nada malo puede sucedernos!” 12 Por lo tanto, por causa de ustedes Sión será como un campo arado, y Jerusalén como una montaña de escombros, y el monte en el Templo quedará recubierto de maleza.