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Un cántico para los peregrinos que van a Jerusalén.
Señor, clamo a ti desde lo más profundo de mi dolor.* “De mi dolor”: implícito.
Por favor escucha mi llanto, presta atención a lo que pido.
Señor, si guardaras una lista de nuestros pecados, ¿Quién podría escapar de ser condenado?
Pero tú eres un Dios perdonador y por eso debes ser respetado.
Yo espero en el Señor, espero ansiosamente, porque confío en su palabra.
Anhelo que el Señor vuelva, más que los vigilantes añorando el amanecer.
Israel, deposita tus esperanzas en el Señor, porque el Señor nos ama con su inmenso amor, y su salvación no conoce límites.
Él redimirá a Israel de todos sus pecados.

*130.1 “De mi dolor”: implícito.