Salmos. 131. Oh Yavé, no se envaneció mi corazón, Ni mis ojos se enaltecieron, Ni anduve tras grandezas, Ni en cosas demasiado difíciles para mí. Ciertamente calmé y tranquilicé mi alma, Como un bebé destetado de su madre. Como un bebé destetado está mi alma dentro de mí. Espera, oh Israel, a Yavé Desde ahora y para siempre.