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Un cántico de los peregrinos que van a Jerusalén. Un salmo de David.
Señor, no soy orgulloso ni arrogante. No me preocupo de cosas que están más allá de mí, ni de problemas que están más allá de mi experiencia.
Al contrario, he escogido ser calmado y quieto, como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Soy como un niño recién amamantado!
Israel, pon tu esperanza en el Señor, desde ahora y para siempre.